miércoles, 11 de diciembre de 2013

¡Quince! ¡rooooojo!

Por Leticia Caballero
   
   No sé si alguna vez os habéis planteado… Pero esta semana, he estado pensado en la suerte que tuve por haber nacido en los 80. Soy de esa generación, que de pequeños nos criamos en la calle, jugando a la pelota, muchas veces de papel, y a las pistolas, todas hechas de manera. No había ordenadores o consolas, o las que había eran tan caras que yo no las vi hasta bien mayorcita. ¿Y por qué os cuento esto? Quiero que penséis en todos esos juegos a los que jugabais con vuestros colegas, en os tradicionales o en los que os inventabais, y que me contéis cómo los adaptaríais y llevaríais al aula de español.

   Para romper el hielo, empiezo yo, ¿Os acordáis del juego del pañuelo? Venga va… Haced memoria. Seguro que jugasteis alguna vez. ¿Os acordáis? ¿No? Mirad el siguiente link y ya veréis qué cantidad de recuerdos os vienen a la cabeza.


   ¿A qué ahora sí? Pues, bien… Yo este tradicional y divertido juego lo utilizo en mis clases para practicar los colores y repasar los números. Os prometo que funciona y mucho. Con niños y con adolescentes. Lo pasan genial, salen del aula y desconectan, se ríen y aprenden.

   Os cuento como lo hago. Divido a la clase en dos grupos, tal y como bien explica una de mis mejores amigas: Wikipedia. Los grupos deben tener el mismo número de estudiantes y, en cada grupo, atribuyo a cada alumno un número. Los números que doy a un equipo serán los mismos que doy al otro. De este modo, cuando yo grite DOS, habrá dos rivales que tenga que luchar. Hasta aquí, el juego es exactamente como el tradicional. El cambio llega cuando en lugar de utilizar un pañuelo, lo que uso son rotuladores de colores que reparto en línea recta, justo en medio de los dos grupos.

   Una vez tenemos todo esto preparado, podemos comenzar a jugar. La profesora grita: ¡CINCO, ROJO!. Los niños, cuyo número atribuido anteriormente sea el cinco, tendrán que adelantarse hasta la línea de colores, buscar el rojo y luchar por él.



   Y aquí, de nuevo, aplicamos las reglas del juego tradicional. El estudiante que tenga el color en la mano no ganará hasta llegar a la casa de su equipo. Si por el camino, el alumno que ha atrapado el tesoro es tocado por su contrincante, el punto pasa a ser para el otro el equipo.

   Y hasta aquí, mi primera propuesta para llevar los juegos tradicionales de nuestras infancia al aula de español. Estos no servirán para repasar vocabulario, incrementar la motivación, dar un respiro a los estudiantes, relajar el ambiente, crear una buena atmósfera… Son muchos los puntos positivos que tiene el mismo, como para que no intentéis llevarlo a clase.

   Así mismo, me gustaría resaltar la importancia que tienen los contenidos culturales cuando aprendemos una lengua. Contenidos que siempre tienen que ser instruidos de la mano de los gramaticales, léxicos, etc… Qué mejor manera de instruirlos que jugando a ellos o con ellos. Recordemos que nuestros estudiantes son niños y que jugar es lo que más les gusta. Dejemos que lo pasen bien.

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