Por Nélida Tójar
Un olé y una ola por este recurso que os traigo hoy. A todos, españoles, chinos, suecos o de Gambia, nos encanta aprender y usar frases hechas en otros idiomas. Primero, es una señal de que ya sabemos un montón: da igual si seguimos confundiendo ser con estar, eso nos pasará siempre, pero mira qué frase sé usar en su contexto… Y segundo, hay frases que es imposible olvidar porque simplemente son divertidas o nos caen en gracia. No hay más.
Un olé y una ola por este recurso que os traigo hoy. A todos, españoles, chinos, suecos o de Gambia, nos encanta aprender y usar frases hechas en otros idiomas. Primero, es una señal de que ya sabemos un montón: da igual si seguimos confundiendo ser con estar, eso nos pasará siempre, pero mira qué frase sé usar en su contexto… Y segundo, hay frases que es imposible olvidar porque simplemente son divertidas o nos caen en gracia. No hay más.
Hay un libro editado por Edelsa y titulado Hablar por los codos que recoge ni más ni menos que 175 frases
hechas y 45 refranes. Se trata de un material de fácil lectura y con unos
dibujos buenísimos a cargo de los ilustradores (intuyo por el prólogo que
serbios), Stojanivic y Bogdanovic, que así a priori no nos suenan de nada, pero
que os van a encantar.
La presentación de las frases es impecable: amena y clara, contiene la frase, una explicación de lo que significa, un dibujo relacionado con la frase, una aclaración sobre el origen (de haberlo o ser conocido), en
algunas ocasiones expresiones similares
para usar en los mismos contextos, y también a veces un “para utilizarla”, que resalta las dificultades gramaticales que
podría tener el aprendiente a la hora de usarla correctamente.
Hablar por los codos tiene
también algunas actividades para resolver con sus soluciones, por si hay dudas.
¿Cómo o en qué momento llevarlo al aula? Bueno, se me ocurren varias
opciones.
Yo una vez elegí frases de 5 contextos distintos: expresiones para
hablar de trabajo, de sentimientos, de dinero, de salud y para convivir en
sociedad. Les presentaba una frase y buscábamos primero el significado literal,
un sinsentido en muchas ocasiones (pensad en “cuesta un ojo de la cara” o “ahogarse
en un vaso de agua”); luego les pedía una hipótesis de lo que podría
significar. Por si aún no estaba claro, les mostraba una frase ejemplo para
acabar de perfilar el significado. Y ¡voilà! Se hacía la luz.
Entonces les preguntaba el contexto de los 5 anteriores en el que podría
encajar. Para terminar, les pedía que buscasen en chino una frase o expresión
que significara lo mismo o se pudiera usar en el mismo contexto. Esto último
les encanta, porque comparan las expresiones en los distintos idiomas y les
ayuda a recordar, más cuando la profesora hace aspavientos y pone carotas de
sorpresa u otras cuando los alumnos intentan traducir la frase china al
español.
Esta actividad la puedes estirar en el tiempo todo lo que tú quieras,
pero te aconsejo que después de cada sesión refuerces proyectando fotos para
construir las frases vistas o frases con huecos (esto ya no me gusta tanto):
bastará un power point en grupo abierto si el grupo no es muy numeroso. Todo
oral, por supuesto.
¿Otras ideas? Puedes utilizar una sola frase al comienzo de cada clase,
así las dosificas y te aseguras de que no las mezclan con otras. Y si alguien
consigue utilizarla a lo largo de la clase en el contexto adecuado, ese alumno
tiene punto extra ese día.
Otro modo: le das una frase al alumno que no haga los deberes y la tiene
que preparar para explicarla a los compañeros en la siguiente clase.
Sea como sea, me parece un recurso estupendo con muchas posibilidades de
explotación. Yo el libro lo compré en España por 15 eurillos, pero quizá sea
posible conseguirlo aquí también. En todo caso, seguro que los de la editorial
Edelsa te “echan un capote”, porque “el mundo es un pañuelo” ya.
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