Por Adrián Biarje
En las clases de expresión escrita, a veces nos encontramos con redacciones muy elaboradas en las que podemos intuir que nuestros alumnos han pasado mucho tiempo buscando palabras en el diccionario e intentando utilizar estructuras gramaticales que se han estudiado anteriormente. Sin embargo, en muchas ocasiones estas redacciones resultan sumamente innaturales: nos damos cuenta de que nuestros alumnos han memorizado mucho, pero saben utilizar poco. Para intentar evitar esta situación, a la hora de enseñar gramática y de ponerla en práctica en la clase de expresión escrita siempre intento recurrir a la gramática aplicada o gramática en uso. Os preguntaréis cómo lo hago exactamente.
En las clases de expresión escrita, a veces nos encontramos con redacciones muy elaboradas en las que podemos intuir que nuestros alumnos han pasado mucho tiempo buscando palabras en el diccionario e intentando utilizar estructuras gramaticales que se han estudiado anteriormente. Sin embargo, en muchas ocasiones estas redacciones resultan sumamente innaturales: nos damos cuenta de que nuestros alumnos han memorizado mucho, pero saben utilizar poco. Para intentar evitar esta situación, a la hora de enseñar gramática y de ponerla en práctica en la clase de expresión escrita siempre intento recurrir a la gramática aplicada o gramática en uso. Os preguntaréis cómo lo hago exactamente.
Pongamos por ejemplo
que queremos enseñar el uso de algunas partículas o conectores que expresan
orden temporal, como por ejemplo: “finalmente”, “al fin”, etc. En
primer lugar, propongo una lluvia de ideas, doy un ejemplo, digamos
“finalmente”, y pregunto a los estudiantes qué otras palabras similares
conocen. Después, presento las palabras que quiero practicar y pido a los
alumnos que piensen en su significado; para ello les doy como input frases
en tarjetas que contienen las palabras (marcadas en negrita); un juego de
cartas por pareja, y les pido que, según el ejemplo de la frase, intenten
comprender el significado de la palabra/expresión y que intenten compararlas
con las otras. Un ejemplo de frase podría ser:
Intento que cada pareja analice las palabras: ¿cómo
se usan?, ¿son todas iguales?, ¿cuáles se parecen más?, ¿en qué situación las
utilizarías?, ¿coloquiales o formales? Posteriormente, les enseño el análisis
que yo he preparado y les explico las diferencias entre las expresiones y
palabras
Por último, les pido que
realicen algunas frases con las expresiones y les doy un ejercicio de rellenar
huecos para practicar. Aprender del contexto y de ejemplos concretos es
imprescindible para el estudiante de lenguas extranjeras; siempre habrá palabras
que desconozcamos, pero lo importante es dar a los alumnos herramientas para
ser capaces de adivinarlas, ¿acaso no es lo que todos hacemos?
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