Por Adrián Biarje
¿Hay que enseñar léxico en la clase de ELE?
¿Hay que enseñar léxico en la clase de ELE?
El léxico representa una de las piezas claves del rompecabezas de
aprender una lengua extranjera. Para entender y expresarnos necesitamos
vocabulario, por lo que ayudar a nuestros alumnos a digerir nuevos
vocablos merece sin duda la pena. Quizás, tradicionalmente, el error de la
enseñanza ha estado en el cómo se enseña y cómo se valora. Estudiar
una lista de palabras con sus correspondencias en la lengua materna no implica
la asimilación real de las mismas ni la capacidad de utilizarlas, aunque a
veces pueda ser de utilidad. Sin embargo, por otro lado, buscar una palabra en
un diccionario no constituye un pecado, aunque sí que es el primer peldaño de
la escalera.
Cómo
regla general, intento que los alumnos se despeguen del diccionario
(electrónico) lo máximo posible y fomento que busquen el mínimo número de
palabras posibles al realizar una tarea de cualquier tipo. Es inevitable, por
supuesto, que un alumno se encuentre con palabras que desconoce y por eso,
en mis clases, intento fomentar estrategias que les ayuden a intuir lo
que significa un vocablo desconocido. Os hablo de la santa e interrelacionada
trinidad formada por contexto, naturaleza y despiece-comparación.
Contexto: una palabra por lo general no
aparece aislada, por lo que al enfrentarnos a ella no podemos realizarlo de
manera independiente. ¡Mira alrededor y adivina!
Naturaleza: se trata de la categoría
gramático-morfológica de la palabra. Este punto tiene dos aspectos importantes:
en primer lugar, la importancia de que los alumnos puedan reconocer la
categoría gramatical de una palabra, por lo que es necesario fijar la atención
en la forma de sufijos y prefijos. En segundo lugar, el contexto
morfológico, es decir, si contamos la palabra como un hueco en blanco y el
contexto del discurso no nos permite intuir el significado, las categorías
morfológicas y gramaticales de las palabras aledañas nos pueden servir de mucha
ayuda.
Despiece-comparación. Cuando estamos olisqueando una palabra
que no conocemos, no podemos olvidarnos de pensar qué otras palabras se parecen
a ésta e intentar cortar dicha palabra o parte de la palabra conocida (el
apartado anterior nos irá iluminando el camino) para analizar la parte restante
y adivinar su significado. Por ejemplo, la palabra interacción se nos
quedaría en inter + acción y así sucesivamente. ¡Está chupado!
Sin
embargo, y sobre todo en cursos inferiores en los que los alumnos aún no
cuentan con una sensibilidad ni conocimientos lingüísticos suficientes para
solucionar con demasiado éxito tales enigmas, intento llevar tareas o
secuencias de tareas al aula enfocadas al aprendizaje de vocabulario.
Ya
que el orden de los factores no altera el producto y no todas las palabras
presentan la misma dificultad, se puede ir modificando el orden o la cantidad
de pasos que se realizan.
Presentar
Palabras acompañadas de los dibujos o
fotos correspondientes
Echarle teatro y mímica
Pedir que los estudiantes busquen fuera
del aula su significado
Intuir - practicar
Presentar producciones lingüísticas (de
cualquier tipo) en las que aparecen las palabras si se puede marcadas de alguna
manera.
Dibujar
Escribir frases
Buscar antónimos y sinónimos
Ejercicios de huecos
Utilizar tarjetas en las que se tiene que
emparejar dibujo-foto con palabra
Crucigramas y sopas de letras
Mapas conceptuales
Posteriormente
realizar una lista de palabras en el cuaderno ayudará a afianzar el contenido y
que se pueda volver a él en el futuro. Sin embargo y, exceptuando casos
del tipo manzana, mesa u otros conceptos que describen el
mundo físico de manera concreta, será necesario acompañar el concepto de un
ejemplo característico de su uso.
Vosotros
¿Cómo lo hacéis? ¿Qué pensáis? Soy todo orejas, tímpanos, oídos…
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