miércoles, 11 de noviembre de 2015

¡Fresas frescas, buenas y baratas!

Por Leticia Caballero.
¿Verdulera? Pues sí. De verduras va la cosa.
  Una de las formas más eficaces para retener la lengua que estudiamos es enfrentarse a situaciones relaes en las que uno se ve obligado a hacer uso de la misma. Por eso, si viviera en España o otro país hispanohablante, creo que haría la mitad de mis clases fuera del aula. Me llevaría a los chicos de compras, al mercado, al médico, a la farmacia, a un parque, a un bar… Pero, por suerte o por desgracia, vivo en el otro lado del mundo. Aquí no se habla español en la calle, se habla chino. Y no usan nuestro alfabeto, sino que utilizan caracteres. ¿Cómo lo hago?
  Pues como siempre ha dicho mi madre… Si Mahoma no va a la montaña, pues la montaña irá a Mahoma. Vamos, resumiendo, que me monto el chiringuito en el aula. Y esta vez nos ha tocado ir al mercado a comprar frutas y verduras.
  Preparar una clase como ésta no es tan complicado como parece. Debemos hacer listas de la compra, una para cada alumno. Yo suelo hacer que compren tres productos. En la tienda puede que los tengan o puede que ya se les haya agotado. De todas las listas que confecciono, solo un alumno podrá comprar los tres productos y otro no podrá comprar ninguno. Es una forma de comprobar que el ejercicio se ha llevado a cabo correctamente.
Los materiales que uso para la actividad
  También creo una lista de precios para cada tienda y confecciono tarjetas de colores con los productos que quiero comercializar. ¿Sería mejor utilizar productos reales? Pues sí, pero esos no perduran para el futuro. Antes he utilizado juguetes, pero en esta ocasión no contaba con ellos.
  Una vez dentro de la clase y tras haber estudiado el vocabulario y repasado las distintas formas de interactuar en un contexto como este, monto los distintos puestos de un mercado: frutería, carnicería, pescadería, tienda de verduras… Y asigno a un alumno o dos, todo depende del número de estudiantes que tengáis, en cada puesto. Les proporciono su lista de precios y les doy dinero para que lo utilicen para las vueltas. 
Puesto en el que pueden comprar fruta
   Al resto de estudiantes, les hago entrega de una lista de la compra y también de una cantidad de dinero que pueden gastar con libertad. No vale regatear y tampoco hacer descuentos. Y mucho menos, hablar en chino.
  Con el oído clavado en sus conversaciones, dejo que todos hagan su compras. Una vez han acabado, compruebo que uno ha podido comprar todo y otro nada, mientras que el resto solo ha podido comprar algunos de sus productos, y acabo la clase haciendo una corrección en grupo clase abierto de los errores más comunes que he escuchado durante la sesión.
Los niños comprando y vendiendo en el mercado. ¡Lo dieron todo!
    ¿Opináis como yo que crear situaciones reales es importantísimo? ¿Cuán reales podemos llegar a ser dentro del aula? ¿Cómo lo hacéis vosotros?   

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